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2017-11-28 07:30:45 — Historias
Marjorie von Ahn es de las artistas que cantan en cualquier lado; en el carro, en la ducha, mientras ordena sus ideas, aprendió solfeo antes que leer, las mañanas de su sábado eran en el coro de niños, ahora es cantante y presentadora de noticias, así de particular es ella.
Marjorie reparte su vida entre su trabajo como comunicadora y como cantante, aunque confiesa que se siente más cantante y que el escenario es todo para ella. “Pueda ser difícil de creer, pero me da un poco de miedo el escenario y me pone muy nerviosa. Muchos me dicen que no debería ser así porque salgo en televisión, pero les digo que no es lo mismo”.
Su vida artística comenzó cuando tenía 4 años, con clases de piano y con el tiempo le empezó a gustar todo lo relacionado con la música. “En mi familia todos teníamos que aprender a interpretar algún instrumento, más por disciplina y yo quise el piano. Lo curioso es que aprendí a leer solfeo antes que aprender a leer”.
La cantante cuenta su vida en la música. (Foto Guatemalan Art: Ángel Elías)
“A los 10 años llegúe el Coro Nacional de Niños, en ese entonces no cantaba, y allí di otro paso en esta gran aventura”, recuerda. En aquel entonces, esta joven cantautora, busco los caminos de los coros e ingresó al tiempo al Coro Nacional de Jóvenes. “El salto para ser solista fue un tanto complicado porque no es lo mismo cantar en un coro que lanzarse solita”, comenta.
El camino la lleva a la guitarra, un regalo de su padre. “Encontré lo que necesitaba. Es práctica y que lo puedes llevar a cualquier lado. La aprendí sin algún método específico. A ella llegué de manera autodidacta y no la pude dejar”, de esa cuenta surge uno de sus temas, La miel nace cuando ella pide una guitarra prestada y que se ha vuelto una de sus canciones consentidas.
Su enamoramiento por la guitarra pasa por su sonido, por su vibración. “La sientes cuando la interpretas, se siente en el cuerpo, en el alma”.
Su espontaneidad se refleja en cada paso y la banda la formó poco a poco. Primero integró a un amigo (David Elías), luego a un percusionista que vio en una fiesta (Luis Pedro García) y por último a una chelista (Luciana Rosales) que conoció en Facebook.
Con respecto a Luciana, Marjorie lo recuerda así, como cosas curiosas que pasan en la vida. “Todo es un reto para mí. Yo quería un chelo en la banda. Ya había cuerdas y percusiones, pero sentía que hacía falta algo. Pasaron los meses y no se concretaba mi idea. Uno de mis compañeros de la banda me retó a conseguirlo y puse un anuncio en las redes sociales y al siguiente día ya estaba la chelista”, comenta sonriente. Pero la sorpresa vendría después. “Intercambiamos contactos con la chelista y la llamé, pero no me contestó. Me devolvieron la llamada y resulta que ella no había regresado del colegio”, dice. La nueva integrante aún estudiaba la secundaria. “Para nosotros fue una sorpresa, pero la recibimos con mucho cariño. Llegó a la prueba, que al final solo resultó ser ensayo porque la aceptamos de inmediato”, recuerda.
La historia de la banda tiene sus sonrisas y esfuerzos, pero Marjorie recuerda con cariño los pasajes cómicos. “En un concierto ya estábamos listos para tocar. La banda afinó y comenzó la música. A mí simplemente se me olvidó la letra, así de la nada y eso que era mi canción. Uno de los integrantes me dio una pista y por fin logré recordar. Me suele pasar, me pongo muy nerviosa, es inevitable”, comenta para luego soltar una cómplice sonrisa.
Marjorie tiene un trabajo como periodista, es su faceta seria, pero en el escenario cambia y es la estrella sonriente y que cautiva. “Me encanta componer y lo aprendí de pequeña. En los actos del colegio era la única que cantaba canciones propias”, cuenta. Ella lo disfrutaba. “La gente me ve en la televisión, pero no se imaginan que lo que me gusta es cantar. Claro es el sueño que persigo, vivir del canto”, puntualiza. “Me siento muy feliz con la música”.