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2017-10-24 07:45:03 — Historias
Por Ángel Elías
La cantante lírica guatemalteca Adriana González se enfrentó hace unos años a su primer escenario europeo y ese recuerdo aún le causa nervios. Sentir las luces de frente, el murmullo leve del público que no se puede ver, el sonido de la orquesta y la sensación de sentirse expuesta le revuelve el estómago. Y no es para menos, esta artista ha representado a Guatemala en muchos de mejores escenarios de Europa. “Es uno de mis sueños cumplidos”, indica González, que desde el 2013 recorre el mundo de música de primer nivel.
Pero esta historia no comienza en Europa, sino en Guatemala. Adriana se inició en el canto dentro de un grupo de rock que integró con unos amigos del colegio y como era de esperar, sus sueños iban más allá de ello. “En algún momento supe que lo mío era algo más que el rock. Que, aunque me gustaba, quería exigirme más”, cuenta González que por recomendación de sus maestros comenzó a estudiar canto lírico. “Fue la mejor decisión”, confiesa.
Para González, ese paso le cambió la vida. Entró a estudiar música a la universidad y de allí su pasión por el canto se intensificó, ya que conoció a grandes maestros musicales que veían en ella un enorme potencial y un futuro prometedor. “Una de mis grandes escuelas fue con Bárbara Bickford, allí supe lo que quería hacer”, recuerda. Su educación se enfocó hacia los grandes escenarios. Sin embargo, Guatemala aún no ha desarrollado todo el potencial que tiene con sus cantantes. ¿Cuál es entonces el destino de un cantante operático? Saltar al viejo continente.
“Tuve la oportunidad de cantar en una obra en París en el 2013 y no lo pensé mucho, tomé mis cosas, mis ahorros y me fui”, recuerda. Ella, al llegar a Francia y ver aquel escenario en el que participaría, solo tenía una cosa en la mente: hacer las cosas bien. Claro que lo hizo y gracias a ello, un director de una compañía la incluyó dentro de sus planes para los siguientes meses.
Aunque se puede interpretar como si las cosas fueron fáciles, Gonzáles confiesa que no fueron así. “Hay mucho trabajo de por medio, mucho esfuerzo, triunfos y decepciones. No es algo tan sencillo, pero lo hago feliz”, continúa. “Para mí, Francia era un sueño hecho realidad. Sin embargo, a la hora de despertar existen también otras preocupaciones que se van solventando poco a poco. Cosas como comida, alquileres y pagos de estudios me han quebrado por ratos la cabeza, pero se ha ido superando”, agrega.
“Esto, además, es pura adrenalina, nos mantiene vivos”